No me des todo lo
que te pida, a veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar. No
me grites, te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí
también, y yo no quiero hacerlo. No des
siempre órdenes... Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas yo lo
haría más rápido y con más gusto. Cumple
las promesas, buenas o malas... Si me prometes un premio dámelo,
pero también si es castigo. No me
compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si tu me haces lucir mejor que los demás
alguien va a sufrir, y si me haces lucir
peor que los demás seré yo quien sufra. No
cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer: decídete y mantén esta
decisión. Déjame valerme por mí mismo, sí tu haces todo por mí yo nunca podré
aprender. No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro... me haces sentir mal y perder la fe en lo que
me dices. Cuando yo hago algo malo no me
exijas que te diga por qué lo hice, a
veces ni yo mismo lo sé. Cuando estés
equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti, y me enseñarás a admitir mis equivocaciones
también. No me digas que haga una cosa y
tú no la haces, yo aprenderé y haré
siempre lo que tú hagas aunque no lo digas, pero nunca haré lo que tú digas y
no lo hagas. Enséñame a amar y conocer a
Dios, no importa si en el colegio me quieren enseñar porque de nada vale si yo
veo que tú ni conoces ni amas a Dios. Cuando
te cuente un problema mío no me digas: no tengo tiempo para boberías o eso no
tiene importancia, trata de comprenderme y ayudarme. Y quiéreme, y dímelo, a mí me gusta oírtelo
decir
aunque tú no creas necesario decírmelo.
aunque tú no creas necesario decírmelo.
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