jueves, 5 de diciembre de 2013

SOMOS TENJO: Una propuesta de responsabilidad y transformación social a través del maravilloso escenario de las artes



Mucho más que
Cultura Ciudadana,
una experiencia de amor 
y responsabilidad comunitaria



"Arte no es solamente una contemplación, es también un acto, 
y todos los actos cambian el mundo,
 por lo menos un poco"
Tony Kusher

"La Cultura es el fundamento necesario
 para una desarrollo auténtico" 
(UNESCO, Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales 
Declaración México, México D.F., 1982, p.42)





Somos Tenjo es un proyecto que se encuentra desarrollando metodologías no formales de intervención social comunitaria, en donde el arte y la cultura se convierten en prácticas que generan una clara incidencia en el desarrollo de la identidad de los habitantes del municipio de Tenjo-Cundinamarca.


Producto de éstas prácticas artísticas son 5 cortometrajes que dan cuenta de un trabajo realizado de manera impecable, en donde se ha desarrollado un vínculo con la Comunidad que ha sido generadora de compromiso y responsabilidad comunitaria.



A través de un corto recorrido realizado por el trabajo que Soñar Colombia y la Alcaldía Municipal de Tenjo se encuentran desarrollando desde el año 2012, es posible evidenciar la importancia que tiene el generar espacios al interior de las comunidades; espacios que brinden a los niños, niñas,  jóvenes y familias, herramientas para fomentar su conciencia y responsabilidad social. En donde a través de diferentes prácticas artísticas, y culturales empleadas como vehículos transmisores de experiencias, se facilite a los individuos identificarse y desarrollarse, superando problemáticas comunes y posibilitando relaciones equitativas en las cuales se den procesos de re-descubrimiento y enriquecimiento personal y comunitario.

Entendiendo el arte y sus diferentes manifestaciones como formas de expresión y comunicación, resulta importante reconocerlo como una "necesidad del ser humano", a través de la cual se generan cambios individuales a su vez necesarios para una verdadera transformación social.





miércoles, 26 de junio de 2013

LA FE EN FAMILIA "ENGADDÍ"

LA FE EN FAMILIA "ENGADDÍ"

POEMAS DE AMOR PARA NIÑOS

Aquel hombre creía que todo se vendía y que todo se compraba.

Un día su esposa le dio un hijo y el hombre esperó con impaciencia a que el tiempo le diera al niño la capacidad de pedirle muchas cosas y a él la satisfacción de enseñarle a negociar todos y cada uno de sus antojos.

Llegado el momento, el hombre lo invitó a que le presentara la lista de solicitudes. El niño pidió el telón de los atardeceres, la clave de sol, un aerolito, las cosquillas que sintieron en la boca de los estómagos los astronautas que descendieron por primera vez en las praderas de la luna, el bosque de los abrazos, un curso de idiomas para saber qué dicen el baile de las colas de los perros, las lenguas de agua que murmuran en los troncos de los árboles y las palabras fosforescentes que cantan en los ojos de los gatos, la corriente eléctrica generada por los besos, un ratón de computador que le enseñe a evitar las ratoneras de las respuestas y que en cambio lo conduzca siempre al queso de las preguntas, y un poco del sonido del mar con la posibilidad de colocarlo en el interior de una concha de caracol. El hombre no supo qué hacer porque esas cosas no las vendían en ninguna parte.

Su mujer, entonces, lo llevó de la mano al almacén de la infancia.

FIN

De "La alegría de querer. Poemas de amor para niños", 1era. Edición, Noviembre de 1993, Carlos Valencia Editores. Bogotá, Colombia.


viernes, 21 de junio de 2013

LA IMPORTANCIA DE LOS LÍMITES DE LA CRIANZA

  

Hace unas semanas  atrás tuve el agrado de participar en una reunión que algunas  ex participantes de los talleres Educando con Disciplina Positiva iniciaron a partir de la asistencia a los talleres y el conocimiento de esta filosofía. La verdad, que fue muy gratificante ver cómo  la Disciplina Positiva se expandía y que cada día se sembraban nuevas semillas de respeto en hogares.
Hoy compartimos con ustedes parte del excelente resumen y análisis que Jaicy hizo al libro de Jane Nelsen “Disciplina Positiva” al cual hemos titulado La Importancia de los límites en la Crianza.
Gracias Jaicy por creer que sí se puede educar sin castigos y ser una promotora más de del respeto en nuestras comunidades!!!
Integración y Resumen elaborado por Jaicy Blandin (2012), basado en el Libro “Disciplina Positiva” de Jane Nelsen (2009)-madre participante del taller Educando con Disciplina Positiva (extracto  y adaptación del resumen)
“La Disciplina Positiva (DP) se enfoca en enseñar a los niños qué hacer porque ellos han sido invitados a analizar la situación y a usar algunos principios básicos, como la colaboración y el respeto mutuo para encontrar soluciones. De esta manera, los niños están más dispuestos a seguir las reglas que ellos mismos han ayudado a establecer, ya que comprenden por qué son necesarias, cuál es su sentido y cómo ser responsables de ellas. La habilidad en la toma de decisiones se vuelve más efectiva cuando ellos se sienten miembros activos de una familia, y no receptores pasivos del proceso. Uno de los propósitos generales de la DP es lograr que los efectos de dichas habilidades sean duraderos (a largo plazo)…
La Importancia de los Límites:
  • El propósito de los límites es mantener a los niños a salvo y adaptados al medio social. Una forma de hacerlo cuando los niños son mayores de 4 años, es involucrarlos cuando se establecen esos límites y se discute con ellos su importancia. Los niños estarán más dispuestos a respetar los límites que ellos mismos han ayudado a establecer, ya que comprenden por qué son necesarios y cómo ser responsables de ellos. Podemos idear juntos cuáles deben ser los límites para ver la televisión, las horas de llegada a casa, los tiempos de juego o de tarea.
  • Cuando se traspasa un límite, no debemos dar sermones, ni castigos, hay que continuar involucrando al niño respetuosamente. Evitar decirle lo que pasó y lo que se debe hacer al respecto. Lo mejor es hacer preguntas abiertas como “¿Qué pasó? ¿Qué crees que lo ocasionó? ¿Qué ideas tienes para resolverlo? ¿Qué has aprendido de lo pasado?”.
  • Los límites o normas tenemos que explicarlos cuidadosamente cuando los niños van creciendo. No podemos decirles a nuestros hijos que hagan tal o cual cosa “Porque sí” o “porque se nos da la gana”: Es indispensable el diálogo sereno entre padre e hijo, en el cual se explique el sentido o la razón por la cual se debe respetar ese límite. Si podemos llegar a explicar el valor que el límite está protegiendo y el anti-valor que se esconde detrás de la transgresión del mismo, mejor.
  • Cuando les explicamos a nuestros hijos el sentido o la razón de un límite, los estamos valorando como personas capaces de comprender. En cambio, si les decimos: “Algún día entenderás, todavía eres muy pequeño”, les estamos diciendo implícitamente que son poco inteligentes y lo único que lograremos con ello será generar su rebeldía a corto o largo plazo. Nuestros niños pueden ser pequeños, pero no son irracionales.
  • Muchas veces nos quejamos de que nuestros hijos son rebeldes, y no vemos que nosotros hemos sido primero arbitrarios y autoritarios con ellos. Esto los irrita y con razón, porque menosprecia su capacidad de comprender, ofende su racionalidad humana e implica una subvaloración que seguramente los conducirá a una actitud de rebeldía.
…Parece que muchos padres piensan en términos de los dos extremos de crianza que se establecen entre un estilo autoritario o controlador y un estilo permisivo. La gente que piensa que el castigo es válido, lo hace porque cree que la única alternativa es el control. La gente que no cree en el castigo, a menudo se va al otro extremo y se vuelve demasiado permisiva. La disciplina ejercida democrática o positivamente, ayuda a los adultos a encontrar un respetuoso terreno o camino intermedio que no es autoritario ni permisivo. Este tipo de disciplina se sustenta sobre un trato gentil y firme, que enseña valiosas herramientas sociales y de vida.
Cuando se es gentil y firme al mismo tiempo, ayuda saber que ser gentil (respetuoso o cordial) puede balancear todos los problemas que genera ser sólo firme (rebeldía, resentimiento, daño a la autoestima) y que ser firme puede balancear todos los problemas que genera ser sólo gentil (permisividad, manipulación, niños engreídos, tiranos, daño a la autoestima)”

CARTA DE UN HIJO A LOS PADRES

No me des todo lo que te pida, a veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo  tomar.  No me grites, te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.  No des siempre órdenes... Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas yo lo haría más rápido y con más gusto.  Cumple las promesas, buenas o malas... Si me prometes un premio dámelo, 
pero también si es castigo.  No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos.  Si tu me haces lucir mejor que los demás alguien va a sufrir,  y si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra.  No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer: decídete y mantén esta decisión. Déjame valerme por mí mismo, sí tu haces todo por mí yo nunca podré aprender. No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti,  aunque sea para sacarte de un apuro...  me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.  Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice,  a veces ni yo mismo lo sé.  Cuando estés equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti,  y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.  No me digas que haga una cosa y tú no la haces,  yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas aunque no lo digas, pero nunca haré lo que tú digas y no lo hagas.  Enséñame a amar y conocer a Dios, no importa si en el colegio me quieren enseñar porque de nada vale si yo veo que tú ni conoces ni amas a Dios.  Cuando te cuente un problema mío no me digas: no tengo tiempo para boberías o eso no tiene importancia, trata de comprenderme y ayudarme.  Y quiéreme, y dímelo, a mí me gusta oírtelo decir
aunque tú no creas necesario decírmelo. 

REFLEXIÓN PARA PADRES DE FAMILIA

Si preguntamos a los padres, qué desean por encima de todo para sus hijos, se pueden recoger algunas respuestas como: “Quiero que mis hijos sean felices”
Y  Que sepan cómo disfrutar de la vida y apreciar cada día como algo maravilloso.
Y  Que se sientan satisfechos e importantes como personas.
Y  Que tengan sentimientos positivos sobre sí mismos y sobre la vida.
Y  Que crezcan sabiendo cómo enfrentarse a los problemas y, que estos, no les derroten.
Y  Que no se sientan deprimidos e inseguros.
Y  Que tengan un fuerte sentido de la paz interior, que los sustente en épocas difíciles.
Y  Que sean sensibles, responsables y respetuosos con la naturaleza y con la humanidad.
Y  Que descubran y ejerciten sus capacidades, se sientan satisfechos y tengan el estímulo de un propósito en la vida.
Y  Que se sientan queridos y sean afectuosos.
Y  Que gocen de buena salud, tanto física como mental…
Cuando muchos padres se plantean tener hijos se proponen amarlos, cuidarlos, alimentarlos y facilitarles los aprendizajes necesarios para que puedan convertirse en
PERSONAS FELICES, que es en definitiva, el fin último que todo padre desea para su hijo.
Los padres queremos también que nuestros hijos se comporten correctamente y que lleguen a ser BUENAS PERSONAS. Y para ello es necesario que desde pequeños
les inculquemos valores positivos.
Tratar de lograrlo es importantísimo y un reto, pero hay que trabajar para conseguirlo. Esa es la función de los padres: trabajar haciendo de padres. Pues los hijos no son como son por el mero hecho de la casualidad, la suerte o el destino, como todavía por desgracia se sigue pensando; los hijos son como son por todos aquellos factores (tiempo, dedicación, esfuerzo, motivación, alegría, humor…), que los padres deciden invertir en ellos.
Hoy en día es muy difícil ser padre/madre, sobre todo un buen padre/madre. Pues con el aumento de los cambios sociales y avances tecnológicos que vivimos, las nuevas forma de vida, las aspiraciones personales que nos planteamos, así como las familias en las que el padre y la madre trabajan fuera de casa, el tiempo que queda para los hijos es muy escaso. Sí, es cierto, pero, independientemente del ritmo de trabajo o de la situación vital de cada miembro de la familia, es posible ser mejor padre de lo que se es. Por ello, es importante plantearse cómo padres quienes somos, qué valores queremos aportar a nuestros hijos y si estamos en condiciones para darlos, pues no se puede enseñar aquello que ni siquiera somos o sabemos. Y en consecuencia, pensar que “Siempre hay tiempo para mejorar”, y para eso hay que saber y creer que se puede y estar dispuesto a actuar para conseguirlo.
Educar a un hijo no es fácil, hay que ser pacientes y perseverantes en cuanto a su
educación. Pues de un día para otro quizá no se observen los resultados, pero el tiempo demuestra que la educación es un camino, un proceso y los frutos se perciben con el paso de los años. Y cuando hablo de educación no solo me refiero a la formación escolar, que, por supuesto, es importante, sino a la educación que los padres ofrecen a sus hijos en el día a día, formándoles y enseñándoles en cada una de las situaciones que se viven.
Que nuestros hijos adquieran correctos valores dependerá no solo de su propio carácter, sino de lo que aprendan en el seno familiar. Si el niño crece en un ambiente en el que se sienta querido, respetado, protegido y seguro aprenderá valores adecuados. Los niños necesitan a alguien que les guíe, que les anime y les ayude en el transcurso de su vida.
Necesitan sentirse apoyados, valorados, queridos, seguros…Y para eso estamos los
padres, somos su mejor ejemplo, su modelo a seguir en todos los aspectos. Hemos de enseñarles con el ejemplo y utilizar los valores que queremos que aprendan, no solo por ellos sino por nosotros mismos también. El proceso de desarrollo de nuestros hijos incluye también el nuestro, pues educando nos educamos.
“Como padres tenemos la misión de mirar en nuestro interior de manera sincera, y ver si nos comportamos como queremos que sean nuestros hijos”.
Los valores se transmiten por contagio, no a base de consejos ni de sermones. Van más allá del lenguaje y forman parte de nuestra actitud ante el mundo. Nuestros hijos aprenden los valores importantes en la vida cuando nos observan, no cuando
nos escuchan hablar sobre ellos. Los hijos nos ven tal como somos en realidad. Si somos generosos o no, si tendemos a descalificar o a tratar sin respeto a alguien, si damos una importancia exagerada a lo material, si engañamos con frecuencia, cómo escapamos de nuestro estrés, cómo nos manejamos ante las dificultades, a qué tenemos miedo, qué nos produce dolor…
Todos tenemos en mente una idea de cómo nos gustaría que fuese el mundo en el que queremos que vivan nuestros hijos: un lugar limpio, en el que las personas se ayuden y respeten, donde todos tengamos los mismos derechos… Después salimos a la calle pensando en el trabajo, la compra y se nos olvidan todos esos buenos propósitos. De pronto queremos ser los primeros en salir del metro, se nos olvida dar los buenos días al vecino, agradecer lo que los demás hacen por nosotros… y así, día tras día ante la mirada siempre atenta de los niños que como todos sabemos, escuchamos y decimos muy frecuentemente, lo absorben todo como esponjas. Si de pequeños no nos hemos acostumbrado a guardarnos el envoltorio en el bolsillo cuando no hay una papelera a mano, a dar las gracias cuando nos hacen un favor o a no respetar a los que son diferentes, será más complicado aprenderlo más adelante.
La educación exige un trabajo por parte de los padres, se necesita estar presente con
acciones para conseguir lo que realmente se quiere transmitir. No bastan sólo las
palabras. Por ello, Si queremos que nuestros hijos sean como todos deseamos que sean debemos empezar por nosotros mismos y ser lo que decimos y hacemos. No se educa tanto en lo que se dice como en lo que se siente y se hace. No aplicar jamás, por tanto, la tan popular frase de “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. Porque ante todo debemos ser coherentes, a los niños se le educa desde la cuna; lo saben bien todos los padres, tanto si han cedido y, el niño ha terminado en la cama de sus padres, como si han resistido la presión y, hacen que el niño siga en la cuna. El niño tiende a reclamar atención, objetos, etc., pero los buenos padres no dan al niño lo que éste les pide, sino lo que ellos consideran que le conviene.
El respeto, la honestidad, la responsabilidad y todos los valores humanos son en gran medida hábitos, rutinas que aprendemos en la familia de forma inconsciente y que más adelante llegamos a valorar con la reflexión que permite la madurez.
Tenemos que pensar si lo que hacemos con nuestro hijos en el día a día es lo más conveniente para ellos, pues ¿Puede un padre querer que su hijo no mienta si él le miente?, ¿O que el niño no le pegue a los compañeros si él le golpea para educarlo?, ¿Qué no diga palabrotas si se ríen y lo celebran cuando las dice?…

Vanesa Hervás Martínez
Licenciada en Pedagogía

RELACIÓN PADRES E HIJOS / LA EDUCACIÓN CON LOS HIJOS - CHARLAS DE PILAR SORDO (PSICÓLOGA)







Nuestro rol como padres en el siglo XXI un desafío de amor, tiempo de calidad, disciplina.


"MATERNIDAD, LACTANCIA, APEGO" Entrevista a Leslie Power (Psicóloga Clínica)